¡Hola a todos! después de haber estado un tiempo sin teclear desde tierras alemanas, hoy me dispongo a ello. Todo esto tiene un motivo. Volví a casa por Navidad para estar con los míos, para saborear y disfrutar lo nuestro. Y es que cuando vuelves, te das cuenta de todo lo que tenemos y lo que se echa de menos.
De eso os voy hablar ya que con nieve y en casa, creerme que se añora todo.
Para mí echar de menos es aprender a valorar, para muchos puede significar no ser una persona insensible o que este sentimiento recorre nuestra cabeza por querer de más.
El día que vuelves a casa, estás feliz. Dejé la maleta preparada con bastante antelación, pues verla fuera del armario me percibía motivación. Te despiertas sin problema aunque fueran las 5 de la mañana, tomé un café y me despedí de la familia.
En ese momento sientes algo pena y tristeza porque te han regalado muy buenos momentos y más la mayoría con niños pequeños. Yo nunca he sido muy niñera y de querer pasar mil horas entre libros de colorear y jugar a papás y a mamás. Pero ser Aupair te enternece y empiezas a cogerle el gusto a eso de estar horas con ellos además, de hacerte ver si eres capaz de estar largas horas a cargo de niños. Me llevé esos recuerdos conmigo y un gran abrazo con los ojos de lágrimas de la madre. Se te derrama también alguna gota pero no quieres ponerte triste, porque sabes que los vas a volver a ver, esto no ha terminado.
Las horas y los desplazamientos entre aeropuertos también te enseñan, durante su transcurso te das cuenta de que si valen la pena este tipo de experiencias pues el decir adiós siempre es difícil aunque sea por un tiempo. A mí siempre me da por ponerme a escribir y echarme colonia del Dutty Free.
Aprendes a admirar el detergente de tu casa de toda la vida en tu ropa, te hace disfrutar un buen rato tomarte unas lonchitas de jamón del bueno que tu madre te ha dejado en la maleta mientras se te pasa por la mente las comidas entre tu gente en Navidad.
Aprendes a comprobar la gente que te ha esperado y se acordaba de ti a la vuelta. La que tenía ganas de verte y saber de tu persona o simplemente alegrarse de verte. Te das cuenta de los que caducaron, los que eran buenos o lo parecían y se marchitaron por alguna parte y han acabado en otro sitio y no cerca de ti. Y observas que puede haber personas que aunque no sean de tu círculo te dedican una sonrisa de saber que has vuelto y estás bien.
Pienso que tener despedidas y reencuentros son buenas experiencias que te hacen crecer como persona y saber que rumbo quieres llevar en tu vida. Cuando dices adiós, la despedida te recuerda que tienes gente que te quiere y que quiere volver a verte siempre, además de que te esperan nuevas experiencias y objetivos que quieres conseguir. Te sientes valiente y seguro de ti mismo. Cuando vuelves, te pones loco de contento porque significa que has conseguido tus objetivos, que estás en ello o que pueden salir mal pero coges la puerta de embarque con destino a donde sabes que vas a estar bien.
Así pues, te das cuenta de lo que has vivido, de lo que has sentido y, en cierto modo, de lo que quieres volver a vivir; incluyendo las sonrisas o carcajadas que te pueden salir por la calle al recordar momentos.
Donde estés valora lo que tienes, lo que encuentras y lo que te dan.
Aprender de todo, como la vida misma.
Sonia